Después de operarme de cataratas, me dicen que “se me ha ensuciado la lentilla” y que me la tienen que “limpiar con láser”…

La catarata

La catarata no es sino la opacificación, normalmente secundaria al paso del tiempo, que se produce en una lente que todos tenemos en el interior del ojo, denominada cristalino, y que en condiciones normales es transparente.

Su único tratamiento eficaz es la cirugía, consistente en la extracción del cristalino para ser sustituido por una lente intraocular artificial. Salvo complicaciones, durante la intervención se intenta preservar el saco que envuelve al cristalino para que sirva de soporte de la propia lente. Como ese saco capsular es transparente, no interfiere con la visión de la persona operada.

Opacificación capsular

Con el paso del tiempo, no es infrecuente que se produzca una cierta opacificación del mismo, apreciándose, a través de la pupila, una imagen irregular y blanquecina ocupando la zona inmediatamente posterior a la lente intraocular. Las consecuencias van desde el nulo compromiso de la visión hasta la reducción importante de la misma. Muchos son los factores que se han relacionado con su aparición: el material y el diseño de las lentes, la edad del paciente, cierta predisposición individual…

Primera fotografía: se puede observar una opacificación capsular dos años después de la cirugía de catarata. Segunda fotografía: se muestra el aspecto de la misma opacidad a mayor aumento.

Tratamiento

De cualquier manera, la solución pasa por la retirada de ese tejido del eje visual. Inicialmente, el procedimiento consistía en la reintervención del paciente y la extracción del tejido opaco. En la actualidad, y ya desde hace muchos años, su tratamiento consiste en la perforación de dicho saco mediante la aplicación de láser Yag, que crea un orificio central para devolver la vista a la persona.

Aspecto del ojo tras la realización de la capsulotomía con láser Yag.

Se trata de un procedimiento sencillo, sin apenas complicaciones y que se realiza en la consulta de forma ambulatoria. Tras instilar unas gotas de anestésico ocular se apoya una lente sobre el ojo y se procede a aplicar el láser, durante apenas unos minutos.

Una vez finalizado el procedimiento, no es necesario tapar el ojo y se puede hacer vida completamente normal, tan sólo requiriendo un tratamiento con algunas gotas durante una semana. La recuperación visual es muy rápida, apreciándose ya en las primeras horas y manteniéndose estable en el tiempo, de tal manera que es excepcional la necesidad de repetir el procedimiento más adelante. Como los restos del saco no se extraen, con cierta frecuencia se pueden apreciar pequeñas imágenes “flotando” en el interior del ojo, que terminan por desaparecer o por pasar prácticamente inadvertidas para la persona.

Aspecto con retroiluminación de la transparencia del eje visual del mismo paciente de la ilustración anterior.

Aspecto con retroiluminación de la transparencia del eje visual del mismo paciente de la ilustración anterior.

Conclusión

Se trata, como hemos visto, de una incidencia relativamente frecuente, que se produce tras la cirugía de catarata, provocando una reducción progresiva de la visión. A cambio, su resolución es rápida y sencilla, con un elevado grado de satisfacción por parte de la persona que la padece.